A medida que la comida preparada gana terreno, es legítimo preguntarse si este modelo será realmente rentable para los consumidores en los próximos años. Aunque hoy representa una opción cómoda y accesible para momentos puntuales, ¿qué pasará si se convierte en la norma?
El precio por ración de estos productos suele ser elevado en comparación con cocinar en casa, y si bien ocasionalmente puede parecer un gasto asumible, ¿seguirá siéndolo si esta práctica se convierte en algo habitual? Además, la oferta de productos de mayor calidad nutricional dentro del mercado de la comida preparada sigue siendo limitada y, en la mayoría de los casos, más cara.
A largo plazo, no solo se trata de valorar el precio en el ticket de compra, sino de pensar en el valor real que recibimos por cada euro invertido. En un escenario donde la frecuencia de consumo de estos productos aumente, es importante reflexionar: ¿será sostenible económica y nutricionalmente mantener este ritmo de consumo?